Hoy vuelvo a ti... Vuelvo a
escribir, porque es la única forma que tengo de expresar todo lo que siento. Es
paradójico que alguien como yo, una comunicadora social, tenga dificultades
para comunicar sus emociones de manera verbal. Pero aquí estoy, usando las
letras para hablar con el corazón y compartir lo que me agobia.
En este momento, me duele ser
mujer. Es un dolor profundo que parece hincarse en mi corazón. Quisiera poder
decirte todo esto en persona, abrazarte y desahogarme, pero parece que siempre
estamos cerca y lejos a la vez. A veces, me parece triste revivir situaciones
similares entre tú y yo, donde el dolor se hace presente.
Llevo más de 24 horas sin comer,
todo lo que ingiero lo vomito. Siento dolor en el vientre, en la cabeza, en la
vista y en el alma. Y ese dolor es por ti, porque no estás aquí cuando más te
necesito. Me duele que estés tan cerca y a la vez tan lejos, que no puedas ver
mi angustia, mi sufrimiento.
Sé que me preguntaste qué tenía,
pero no te acercaste. Me viste caminar de un lado a otro, escuchaste mis
llantos, y aun así, no te acercaste. Decidí afrontar este dolor sola, porque no
quiero llamarte como Magdalena y esperar que vengas a mi rescate. Quiero ser
fuerte por mí misma.
Es cierto que en ocasiones,
cuando tú te has sentido mal, he estado ahí sin que me llamaras, pero ahora
siento que no recibí lo mismo de ti. No es justo que deba pedirte ayuda para
que estés presente cuando más te necesito. Por eso, he decidido enfrentar este
dolor por mi cuenta.
Es hora de poner límites y
valorarme a mí misma. Me doy cuenta de que merezco más, que merezco alguien que
esté dispuesto a estar ahí para mí en los momentos difíciles. Me duelen tus
risas mientras yo lloro, y eso no es justo.
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