
ORQUÍDIA V. SANDOVAL G.
Ciudad Bolívar

Aquel 15 de diciembre de 1999, mientras se aprobaba una nueva Constitución, las palabras muerte, peligro, ayuda y Dios, se repetían en constantes ocasiones. Para muchos la ficción se hizo realidad y las lluvias fueron el escenario de la tragedia que ocasionó un cambio radical en las vidas de los habitantes de Vargas.
Regresar al diciembre de 1999
Fueron 18 días de lluvias intensas, primero quince desde finales de noviembre y luego tres días terribles, lloviendo el doble de lo que llueve en todo un año en Vargas. La desdicha se desencadenó la noche del 15 al 16 de diciembre, cuando los ríos de agua, barro y rocas, cayeron sobre diversas zonas del litoral venezolano.

Era impresionante ver cómo y cuándo las olas del rio les arrebataban la vida a las personas sin compasión alguna, la muerte esos días fue implacable con nuestra geografía. El deslave no perdonó ni si quiera a los niños, muchos murieron y quienes sobrevivieron caminaron sobre cadáveres, llorando la pérdida de familiares.
Ese diciembre para muchos no hubo niño Jesús, pero si la amarga experiencia que los marcó para toda la vida y en vez de un juguete, esperaban la caridad de alguien que les diera una lata de sardina para saciar su hambre. No se sabe a ciencia cierta cuántos niños, niñas y adolescentes perdieron la vida aquellos días.

La tragedia de Vargas dejó en el país pérdidas monetarias por más de cuatro mil millones de dólares, sin contar el elevado costo de la vida de muchos veragüenses y estados vecinos, quienes afrontaron la tragedia.
Gran parte de la infraestructura física de la región sufrió severos daños: vialidad, puentes y edificaciones públicas, así como el puerto de la Guaira, el más importante del país. Alrededor de 26 mil casas fueron destruidas y más de 100 mil dañadas.
Más de 500 mil personas no tenían acceso al agua potable, había cerca de 100 mil damnificados y entre 15 mil y 30 mil fallecidos. En ese sentido, organismos como la Cruz Roja indica que la cifra de decesos supera los 50 mil.
Llegó la Ayuda
Los venezolanos respondieron con su esfuerzo para salvar vidas y ayudar a los sobrevivientes a continuar con su existencia en sitios variados de la geografía nacional y en el propio lugar donde ocurrió la tragedia
El rescate de los sobrevivientes se inició un poco tarde. La coordinación estuvo a cargo del Gobierno Nacional, participaron la Fuerza Armada Nacional, Defensa Civil, y la comunidad nacional e internacional.
La base de operaciones fue el aeropuerto Internacional Simón Bolívar, desde allí eran transportados todos los sobrevivientes hasta los distintos refugios, el principal de éstos fue ubicado en el Poliedro de Caracas. El traslado se realizó vía aérea y marítima principalmente, debido a que los principales accesos habían quedado destruidos.
Honor a quien honor merece


Otras vaguadas
Muchas abuelitas decían que un día el agua volvería a tomar su cause, así como en 1798, cuando el rio Osorio aumentó su caudal entre el 11 y12 de febrero por precipitaciones duraron más de 60 horas. También mencionaban el fenómeno meteorológico de 1951, cuando en la misma zona el río Naiguatá cambia de cause arrasando casas, mientras los ríos Osorio y Caracas crecen por las precipitaciones, las cuales llegaron cerca de 530 milímetros de agua en 60 horas.
Testimonios
Muchos de los que sobrevivieron han pasado las de Caín y aun una década mas tarde con lágrimas en sus ojos, recuerdan aquellos días de terror.
Enilse Barraza, llegó el 28 de Diciembre a Ciudad bolívar, tenía 20 años de edad y cuenta que su madre con su hermanita menor en brazos estuvo a punto de saltar de la casa de 3 pisos donde se resguardaban junto a 60 familias más, pensando que ya no había mañana, asegura que no olvidará a un niño que lloraba pidiendo auxilio y no lo pudieron porque una avalancha lo arrastró contra una pared.
José Gregorio Romero, tenía 30 años y trabajaba como seguridad en el Club Camuri Grande, nunca esperó ese amanecer de golpe. “Todos subimos la montaña para tratar de salvarnos” aseveró. Hoy en día agradece a Dios por haberse salvado, “fueron momentos de mucha fe”, afirmó. Él vive aun en Ciudad Bolívar desde aquel diciembre de 1999.
“Uno todavía está triste, uno no quiere acordarse, eso fue muy triste” son las palabras que Agustina Salas pronunció con lagrimas en los ojos, también dijo “todos estábamos asustados cuando empezaron a caerse las paredes, frente a mi casa pasó un río y se llevó todo lo que se encontraba, habían muertos por todas partes, esos días preguntabas cualquier cosa y te respondían todo se lo llevó el rio”. Ella llegó a Ciudad Bolívar el 29 de Diciembre hasta el sol de hoy vive en la ciudad.
Las huellas de la tragedia
Una década ha pasado después del deslave, aun los venezolanos recuerdan cuando sin pensar aquel 14 de diciembre se citó una frase célebre del padre de la patria, Simón Bolívar, quien en un momento de desespero dijo “Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella”, y así fue, el miércoles 15 de diciembre la naturaleza se opuso y dejó una huella imborrable para todos. Vargas quedó con una gran herida y aun muestra signos del golpe que recibió. La naturaleza demostró lo vulnerable que son los seres humanos ante ella. Murieron miles y cientos de ellos sin esperanza alguna.
VARGAS, PROHIBIDO OLVIDAR