Ese día, cuando te vi empacando tu maleta para irte de mi vida, no te diste cuenta de que no eran solo objetos y ropa lo que estabas guardando. En realidad, estabas llevándote mis mayores temores, miedos y también mis sueños, esperanzas y anhelos.
En ese momento, me di cuenta de que no quería volver a pasar
por lo que ya había vivido antes. No estaba dispuesto/a a permitirme llorar
nuevamente por tu adiós. Cada cosa que ibas metiendo en tu maleta me hacía más
fuerte, porque aunque te ame profundamente, no iba a permitir que derramaras
una sola lágrima más en mi nombre.
Ahora que sigues aquí, que aún no te has ido, me pregunto
por qué será. Esperaba escuchar un "no me voy porque te amo", pero en
su lugar solo escucho excusas absurdas que no devuelven nada de mis
sentimientos y miedos. Todo lo que dejaste en esa maleta, incluyendo el anillo
de compromiso que un día me diste, me hace cuestionar qué significado tiene
realmente el compromiso si al enfrentar una situación complicada, lo primero
que haces es querer marcharte.